Recuerdo que en algún taller de desarrollo humano, el facilitador nos pidió que escribiéramos en un papel lo que más deseábamos tener en la vida. Mis ojos se abrieron estupefactos al descubrir que muchos habíamos escrito, esperanzados por obtener una respuesta la frase: “ lo que más deseo, es la felicidad”.
También recuerdo cuando el instructor más tarde, abría los papeles al azar y al verbalizar el deseo expresado en frases, cortaba la papeleta en dos, arrojaba los pedazos al bote de basura y añadía con voz determinante: -Tu familia se opone-
No estaba dispuesta a mirar que mi felicidad, literal se fuera a la basura. Ese acto mágico por parte del entrenador, despertó en mí la curiosidad por saber más acerca del brebaje de la dicha.
La felicidad puede ser entrenada
El hombre más feliz del mundo, Matthieu Ricard, es un monje tibetano que explica que la felicidad puede ser entrenada.
Uno de sus consejos para alcanzar la felicidad es el ser altruista, mirar al otro. Ayudar a otro da bienestar emocional, lo que genera estados de felicidad.
Una de las condiciones para brindar ayuda es estar en un estado de serenidad. Lo que implica observar, sentir y asentir; para que la ayuda otorgada, sea genuina y abrace al otro.
La idea perturbadora de que mi familia era el principal opositor a mi felicidad, fue el motor para entrar en los consejos prácticos de Ricard: meditar al menos 15 minutos diarios para reducir el estrés que esta creencia generaba en mi organismo. Descubrí que la practica entrena y aclara a la mente para dar:
- Libertad
- Fuerza interior
- Cultivar la amabilidad y el amor
La combinación de estas cualidades nos hace personas más felices.
Quizá mi familia se oponga, pero la plasticidad de mi mente puede, incluso y transformar esa aparente oposición, y tomar esa información con compasión y agradecimiento.
De acuerdo con Ricard, la felicidad nunca es una sola cosa, y se puede alcanzar cambiando nuestros pensamientos. De esta manera la mente cambia sus estructuras, apartando las emociones negativas y priorizando las emociones que aportan recuerdos dichosos.
Está comprobando que un cambio de patrón de conducta, se produce cambiando las memorias emocionales, en un lapso de 21 días de práctica, sin interrupción. Ahora sabemos que el bienestar está disponible para todos.
En estos tiempos difíciles, no permitamos que la pandemia se oponga a nuestra felicidad.
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