Una de las respuestas más comunes a la pregunta ¿qué quieres para tus hijos?, es: quiero “que sean felices”. Una de las metas más buscadas en la humanidad es la felicidad.
Y qué o quién se opone, o dificulta encontrar esa cita pendiente con la dicha. La ausencia de amor y la elección del miedo.
Los patrones de conducta aprendidos en la infancia determinan la predisposición hacia la felicidad o hacia la infelicidad. La infelicidad es directamente proporcional con la cantidad de miedo que una persona acumula y reprime en su organismo. Influye en el pensamiento y se relaciona con una tendencia para tomar de decisiones anticipadas, basadas en miedos inconscientes aprendidos en la niñez y sostenidos en la etapa adulta.
La mayoría de los padres creen que la felicidad se trata de evitar que sus hijos tengan malas experiencias y, por sobre todo, evitar que sientan miedo. Paradójicamente a esta creencia, son los adultos los mayores contagiadores de miedos. Si bien la emoción del miedo tiene un origen biológico, que funciona como una alerta ante cualquier peligro protegiendo la vida; también es una emoción que se aprende en la familia.
Los miedos infantiles tienen un origen y una función diferente a los juicios y creencias de los adultos. El error de percepción más común por parte de los progenitores, es querer que un niño razone o comprenda que el miedo a los fantasmas, a la oscuridad, ó a estar solo (por mencionar unos pocos), no existe.
La explicación de los adultos, como herramienta para dar acomodo a los miedos infantiles, no funciona por una sencilla razón. El cerebro de los niños está en desarrollo. Y, el área del neocórtex, que se encarga de entre muchas funciones, de la capacidad para separar la realidad de la imaginación, aún no está en marcha.
Debes elegir entre el miedo y la felicidad
El aprendizaje en las primeras etapas de la niñez tiene que ver con el “modelado de conductas”; lo que significa que los niños aprenderán aquello que sienten y observan en sus modelos a seguir. Es decir, en sus padres. Los padres que cuentan con técnicas de manejo del miedo, transmiten esta información a los hijos, colocándolos en una posición de fortaleza para encontrar esa cita con la felicidad.
Que no te asalten los “ojalás” y los “cuando termine esto…”. Que no seas tú el que se opone o dificulta el encuentro de tus hijos con su felicidad. Tienes en tus manos la responsabilidad de elegir vivir desde el miedo o vivir desde el amor. Y de legar en tus hijos herramientas de valor que les permita experimentar una vida más plena y satisfactoria.
